VISTIENDO EL PODER
MODA#17VISTIENDO EL PODER
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Desde siempre la moda ha estado intrínsecamente unida a los pocos poderosos que tenían en realidad la pasta necesaria para pagar a esos sastres que podían diseñarles aquello que les diferenciaba del resto. Pero aunque con el tiempo y la aparición del prêt- à- porter la moda se acerca a las masas no es difícil darse cuenta de que los grandes diseñadores siempre se pelearán por vestir a los más influyentes como gallinas en gallinero.

La polémica que se ha desatado con la llegada al poder de Donald Trump en los EE. UU. ya es bastante por sí sola, pero para nuestro campo, lo más llamativo, aunque podría decirse que hasta cómico, es que ningún diseñador quiera relacionarse con la familia, es decir, que ni dios quiere vestir a la Sra. Melania Trump. Así fue hasta hace poco, pues ya he leído por ahí que Armani se ha prestado voluntario alegando que no se trata nada más que de “su trabajo”. Mucho habían tardado… Pero bueno, al menos ya sabemos el estilo que la inmensa mayoría de las fashionistas de barrio llevarán los próximos cuatro años (si no se acaba el mundo antes).
Bueno, voy a dejar de irme por las ramas y voy a contaros lo que en realidad me propongo a contar en esta ocasión. Se trata de lo influyente que puede llegar a ser la indumentaria de todos los que vemos en la televisión, las revistas o el cine.
No sé si recordáis las polémicas elecciones en las que ZP llegó al poder. Por aquel entonces la izquierda más directa era absolutamente fiel al chino más elemental y la chaqueta de pana sobre camisa y es que, el que fue nuestro presidente sufrió una evolución en los trajes que van desde los que le quedaban algo anchos y desaliñados a los más estilizados que llevaba los últimos años. Claramente se observa que junto con el discurso se quiere, a través de la indumentaria, hacer que los espectadores creamos mucho más lo que nos dicen. Por ejemplo se me ocurre una escena más próxima, también relacionada con ellos, en la que la presidenta de Andalucía, Susana Díaz, se presenta en un acto de estos que hacen los políticos con una camiseta con una rosa roja, sin duda intentando hacernos saber que el verdadero PSOE de todos los tiempos está en ella. En fin, no hay nada que se pueda dejar al azar.


Pero aunque ya es sabido que los políticos centran sus esfuerzos en manipularnos sin ningún tipo de filtro, hay muchos que lo hacen también desde estratos culturales más “divertidos”. Sabemos que en nuestro país tenemos determinado tipo de influencers que a golpe de talonario trabajan directamente con las firmas para vender a la sociedad lo que realmente quieren que todos vistamos. Se conoce que Paula Echevarría no solo viste siguiendo sus instintos y su buen gusto sino que es incapaz de ponerse determinadas cosas sin cobrar una cantidad equis, porque todo el mundo lo acabará llevando, ¿no recordáis las sandalias pseudo étnicas y de bolitas de colores, que todo el mundo llevó el verano pasado? Sí, así es, poco a poco nos adentraremos en los mundos de Orwell y además de atontados, acabaremos vistiendo todos igual.
Con esto solo trato de reflexionar sobre esa niebla de libertad a la que la sociedad está expuesta en un mundo cuyas intenciones más profundas son las de uniformarnos estéticamente mediante métodos políticamente correctos que hacen que como si fuésemos Alex DeLarge (Malcom McDowell, ‘La naranja Mecánica’) nos obligaran violentamente a ver lo que quieren que veamos controlándonos al máximo y alejándonos de la decisión propia en un conflicto de intereses comerciales que nos colocan como títeres de los más grandes.
En fin, siento lo catastrofista de mis palabras pero espero que con ellas pensemos al menos un instante en si realmente nos renta comprar nuestra ropa en las tiendas del gallego o podríamos coger las riendas de nuestra estética tan solo paseando un poquito más por las calles del centro.
Atalanta

