UN ENCUENTRO VEGETAL
ARTE #46UN ENCUENTRO VEGETAL
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Últimamente estoy muy botánica, la crisis del antropoceno está haciendo que cada uno use sus herramientas más efectivas en pro de un cambio holístico y determinante para nuestra coexistencia planetaria, en este caso puede ser que acabe abrazando árboles si es altamente necesario, puedo ser de esas que sale a sentir la lluvia en medio de un granizo desmesurado aunque una persona con la cabeza abierta poco puede hacer en pro de nada.

Veamos.
Quien sigue mis vivencias vía Ssstendhal, bien sabe que en un ataque de crisis urbana me fui a vivir frente al mar, soñando futuros en los que desarrollar branquias e irme de viaje acuático durante largas jornadas, descubriendo nuevos compañeros submarinos y nuevos entornos vegetales allí, en el origen del todo. Siempre me gustó ir al grano.
El motivo de mis “viajes al fondo del mar” bien pudieron ser la búsqueda curativa de las malezas causadas por la alta saturación neoliberal, huyendo de un estado de hipnosis recreativa contestando mensajes de whatsapps y consumiendo compulsivamente contenido mediocre en instagram. En mis utopías submarinas tampoco me vuelvo muy loca, este pez tiene wifi porque siempre hay algún asunto que resolver y mi nuevo entorno fluido seguro que presenta demasiados interrogantes que querré resolver inmediatamente hasta que logre generar conexión comunicativa con el nuevo y anhelado entorno primigenio, pese a ello, la vida en el fondo marino se imagina pausada, lenta y contemplativa.
Quizás esta experiencia acuática-mística me sirva para generar otras formas de estar y coexistir, enterrando la ansiedad productivista y planteándome borrar todas mis cuentas activas.
Wifi off.
Lo que no sabe este pececillo es que cuando llegue a la orilla intentando sacar sus patas para volver a ser humana se encontrará en una coexistencia absurda, abrumadora y colorida de algas, arena y microplásticos, se dará cuenta de que sus aguas enfermaban y que casi muere mil veces enganchada a redes de bebidas refrescantes zero azúcares añadidos, estaremos todas muy fit pero avanzaremos hacia un futuro lleno de violencias en las que el aspartamo podrá acabar con todo aquello que anhelamos.
Desde luego algo está ocurriendo cuando parte de las prácticas artísticas contemporáneas están poniendo el foco en la crisis del antropoceno buscando romper esas barreras sociales y políticas que nos separan de lo natural.


Una vez que encarno de nuevo mis piernas cárnicas salgo del Manzanares donde termino mi viaje de introspección cósmica y me dirijo a La Casa Encendida a ‘Un encuentro vegetal’ donde de nuevo me vuelvo a reconectar con ese mundo vivo y no humano que nos enfrenta a la paradoja de compartir desde la cooperación en un mundo en proceso de destrucción por malas praxis por parte de nuestra especie.
Los altares indígeno-futuristas diseñados con gran acierto por Futuro Studio abordan estética y conceptualmente el trabajo de Patricia Domínguez que en relación con las reproducciones de las colecciones etnobotánicas de Wellcome Collection y el Museo de América de Madrid más los originales del Real Jardín botánico y la Real Academia de la historia de Madrid nos presentan desde la experimentación prácticas ancestrales de sanación. Plantas que encarnan historia de violencia colonial, biopiratería y extractivismo y del mismo modo buscan honrar a las comunidades indígenas que han mantenido desde un conocimiento ancestral una relación de coexistencia con todas esas plantas.
En esta sala se contempla la mística de la sanación que nos proporciona la naturaleza, la estética de los futuros tecnológicos que nos acompañan y la violencia de occidente desde la apropiación y deslegitimación del conocimiento natural. Todo ello mirando al pasado para imaginar nuevos futuros. Los hologramas que acompañan la instalación hacen hincapié en esta mezcolanza de olvido y crisis.
Como parte de la sala nos encontramos en la entrada, con una gran masa de algas blandas, verticales, en las que prácticamente nos podemos perder y con las que Ingela Ihrman nos invita a seguir dialogando en la sala contigua como parte de su proceso de introspección con las bacterias de lo humano.
De este modo Bergman desde un retiro frente al mar tras una época de agotamiento, genera ciertas analogías entre la flora de su intestino con los océanos y de este modo establece semejanzas entre las algas y los cuerpos. ‘A Great Seaweed Day’, realmente un gran día de algas, es un título que hace alusión a la botánica inglesa Margaret Gatty y su gran entusiasmo por estas especies.


Bergman muestra fascinación por el tejido nervioso del estómago, ese cerebro abdominal que rodea el intestino y genera emociones físicas. De este modo utiliza el alga marina verde como un eslabón entre la flora intestinal y la flora del mar generando una serie de escultural de algas que en sí mismas componen cuerpos resbaladizos e inabarcables.
Eduardo Navarro culmina este encuentro narrativo mediante unos dibujos expansivos y meditativos realizados en sobres biodegradables en cuyo interior se encuentran las semillas de diversos árboles que entrarán en contacto con el suelo cuando finalice la exposición y estos sobres sean enterrados.
Para finalizar Eduardo Navarro nos presenta una guía performática en conjunto con el filósofo Michael Marder, para abordar la exposición desde la perspectiva de una planta, abandonar nuestro cuerpo y dejarnos sentir desde lo otro.
Asimismo en este paseo, diálogo y recorrido entre botánica, magia, océanos y compost vuelvo a los mares sin branquias, ni escamas pero con la energía de encontrar en otras formas de habitar desde la alteridad y lugar común.
Wifi on.

