ULTRAESTRUCTURAS MÁS ALLÁ DE LOS ESPACIOS
ARTE #44ULTRAESTRUCTURAS MÁS ALLÁ DE LOS ESPACIOS
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Un breve recorrido espacial por lo inmenso, lo imposible y lo incomprensible.

G. B. PIRANESI Descubrí los grabados de las Carceri de Piranesi cuando era niño. Fueron, de hecho, una de mis primeras introducciones al arte. Recuerdo, a mis 5 años, no entender muy bien lo que estaba viendo. Ante mi tenía espacios inconcebibles, con arcos que se montaban los unos sobre los otros, soportando bóvedas que se perdían en un cielo inexistente. Entre lo que parecían ruinas de dimensiones fuera de toda lógica, reconocía sombras de seres humanos que intentaban, sin rumbo aparente, sortear ese infierno estructural. Aún conservo conmigo la sensación de maravilla que todo aquello despertó en mi. No por la magnitud de la escena, ni por la destreza técnica del artista (todo eso llegaría más tarde), sino por la noción de que la experiencia humana no era el límite, y de que la existencia de mundos más allá de nuestra realidad era una posibilidad real al alcance de un pincel, una pluma o un ratón.
LES CITÉS OBSCURES Mi obsesión por descubrir nuevas realidades más allá de la nuestra, hizo que llegase a mis manos una misteriosa novela gráfica firmada por unos tales Schuiten y Peeters. El Archivista narraba la extraña historia de un hombre de profesión ídem que, entre los innumerables legajos y documentos de un archivo ciclópeo, encontraba pruebas de la existencia de ciudades imposibles. Gracias a un arte y un guión espectaculares, Samarobriva y sus pilares, los provocadores de naufragios de Xhystos, la catástrofe de Chula Vista, la red de Urbicande y el gris omnipresente de Brüsel me acompañan hasta estos días. Cada novela es casi un discurso estético sobre la realidad, la humanidad, la belleza y los límites de la lógica, una experiencia absorbente que nos hace cuestionarnos realmente hasta qué punto lo que estamos leyendo es realmente ficción o una visión enriquecida de la realidad.


CONTROL Existe una extraña tensión entre el ser humano y las estructuras que habitamos. Son como susurros, crujidos, y miradas vigilantes sin origen determinado, que nos hacen sentir que, de alguna manera, no pertenecemos a ese espacio. Más fuerte en los llamados no- lugares, más débil en la seguridad de nuestro propio hogar, pero siempre amenazando con alargar los pasillos hasta el infinito, multiplicar los muros o hacer desaparecer las puertas y dejarnos encerrados para siempre. Esta malevolencia de las estructuras tiene un papel central en CONTROL donde, encarnando a Jesse Faden, uno debe aventurarse en el críptico Federal Bureau of Control e intentar averiguar qué oscuro mal aqueja los muros de la enorme mole brutalista que conforma este inmenso edificio gubernamental, que nos acecha y muda de forma a nuestro alrededor como un depredador.
BLAME! El hombre se ha olvidado de ser animal. Así como un lobo, un pez o un águila parecen convivir en armonía con su medio ambiente, el ser humano se ha desligado del hábitat que lo vio nacer, creando nuevos ecosistemas exclusivos del homo sapiens, alienados de todo condicionamiento orgánico. ¿Qué pasaría si estos nuevos mundos que hemos creado para nosotros sustituyesen al mundo “real”? Tsutomu Nihei responde a esta cuestión con este seinen manga en el que nos transporta a un mundo donde las estructuras inorgánicas han tomado el control de la Tierra, y todo el planeta se ha convertido en una megaestructura cancerígena, que se autocrea sin cesar. En este universo asfixiante de paneles, cableado y abismos no hay nada más valioso que la pureza orgánica, por la cual los entes híbridos de todo tipo que pueblan esta jungla sintética están dispuestos a cualquier cosa.


MANIFOLD GARDEN Sobrevivimos en el medio que nos rodea en gran parte por la aceptación de una serie de parámetros comunes: el “arriba”, el “abajo”, la gravedad, el comportamiento natural de los fluidos, la solidez de los planos. Vivimos engañados, creyendo que el espacio es algo mensurable, cuando basta echar un vistazo al universo para saber que tales parámetros son mera ilusión. Fuera de nuestra atmósfera solo existe un vacío inmenso sin direcciones, sin reglas, sin límites. Manifold Garden explora esta indeterminación funcional de los espacios llevando al jugador a través de escenarios geométricos en los que lo orgánico e inorgánico se entrelazan de manera única, la gravedad es una realidad cambiante y la existencia se nos presenta como lo que es, un (des)afortunado accidente.
H. P. LOVECRAFT El genio de lo imposible, lo inmenso y lo inimaginable es sin duda Howard Phillips Lovecraft. La noción de realidades fuera de nuestra comprensión está presente en prácticamente todo su trabajo, pero resulta especialmente interesante su tratamiento de la arquitectura. Huyendo de cualquier tipo de concreción, el autor nos habla de formas y geometrías imposibles, perspectivas inquietantes y estructuras sin lógica aparente. Así, la apariencia de la ciudad de R’lyeh o el complejo antártico que describe en Las Montañas de la Locura queda, en gran parte, a merced de la interpretación del lector y el alcance de su imaginación. Es esa indeterminación, esa incapacidad para comprender lo que se está viendo, y no la propia apariencia de lo observado, la que genera verdadera angustia.


MORTAL ENGINES Por muy amenazadoras que puedan resultar, las estructuras siempre tienen un punto débil: son completamente estáticas. Si conseguimos huir de su influjo, estaremos a salvo. Pero ¿y si no fuese así? ¿Y si pudieran moverse con libertad por el espacio? Mortal Engines imagina esta posibilidad, configurando ciudades enteras que vagan libremente por tierra, mar y aire y libran guerras a muerte. Son moles enormes de metal y roca, los vehículos supremos, hogares informes para una humanidad engullida por su propio progreso, que la condena a vivir alienada de su propio medio. Quizás nuestro futuro se parezca a esto; megaciudades de las que no podemos huir, cobrando identidad propia, diluyendo al individuo como un remache más de la superestructura. La era de la existencia inorgánica, el triunfo total de lo sintético.
Sergio G. del Amo

