TADAO ANDO
ARTE #42TADAO ANDO
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Confinada entre los muros de aquel museo me imaginaba sola, recorriendo cada geométrico recoveco hasta aprenderme los caminos de ese laberinto arquitectónico hundido en una pequeña colina. Acariciando las paredes a cada paso y fascinada con la luz que penetra de forma insospechada. La luz de verano en la isla de Naoshima. En la intimidad de uno de los edificios de Tadao Ando.

Y bueno, como la vida es así de curiosona, aún habiendo estado en el ‘Museo de Arte Contemporáneo Chichu’, en Japón; aún habiendo experimentado un viaje increíble, fascinada por la perfección de cada línea, flipando con la simplicidad de esos muros de hormigón desnudo que deseas abrazar, de hormigón, ¿vale? que en teoría no es una textura muy abrazable, pero la sensación de pureza en las formas que van generando cada espacio, cada pasillo, escalera, cada patio, el cielo abierto, y otra vez la quietud del interior… Y es, hace unos días, cuando me ha dado por pensar, ¿quién sería el genio que me había hecho sentir de esa manera?
Tadao Ando es uno de los arquitectos contemporáneos más importantes. Por lo que he podido investigar es un artista con mayúsculas, de forma reiterada he encontrado declaraciones en las que afirma que el fin último de su obra es lo que ella despierta en quien la habita o la transita, para lo cual trabaja con geometrías simples, la armonía con la naturaleza, con el entorno y esa relación entre interior y exterior tan presente en la arquitectura tradicional japonesa.
De su biografía sorprenden varias cosas que resultan definitorias después de su extensa trayectoria. Es autodidacta, ya que no pudo acceder a estudios universitarios pero compró y estudió todos los libros de la carrera que no podía pagar. Viajó, hizo la Ruta del Transiberiano y estuvo en Europa admirando los edificios de Le Corbusier y conociendo los de Gaudí. Boxeaba, trabajó en distintos sectores y acabó montando su estudio de arquitectura en Osaka, su ciudad natal.
Podemos ver las referencias a Le Corbusier en el uso del hormigón y por tanto esa relación con la corriente arquitectónica del brutalismo, pero la delicadeza en las líneas, el minimalismo, está ligado a la arquitectura tradicional japonesa, como los detalle en madera en algunas de sus obras o ese vínculo con el agua que deja patente en el ‘Museo de Arte Contemporáneo de Naoshima’, ‘La Colina de Buda en el Cementerio Makomanai Takino’, el ‘Museo de Arte Moderno de Fort Worth’ en Texas o ‘La Casa 4×4’ en la costa de Kobe.


Este flujo entre espacio interior y exterior es un principio tradicional de la cultura japonesa que el arquitecto combina con el diseño moderno y contrasta con el uso constante del hormigón. Muestra de ello es la ‘Casa Azuma’, en Osaka, una de sus primeras edificaciones que se compone de dos cubos sin ventanas exteriores que llevan a un patio interior que aporta la luminosidad. Y es que a parte del minimalismo y la armonía con el entorno, es la luz otra de las claves en su arquitectura. La luz que se proyecta en forma de cruz en la capilla protestante de la ‘Iglesia de la Luz’ da buena cuenta de su importancia como elemento casi mágico que dibuja los muros con un carácter práctico y plástico al mismo tiempo.
Belleza en los opuestos, entre el muro y la naturaleza, la luz y la sombra. El silencio en el vacío de las forma limpias sin olvidar el destino del edificio genera un impacto emocional por el valor simbólico que transmiten sus espacios. Pero claro, tened en cuenta que yo quería abrazar los muros de hormigón de aquel museo, quizá no sea muy objetiva.
Silvia Pino

