PASCUAL RODRÍGUEZ
ARTE #42PASCUAL RODRÍGUEZ
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Cuando te encuentras frente a una obra de Pascual Rodríguez algo se te mueve por dentro. Sus piezas representan, en su mayoría, a hombres con una carga que fluye entre la erótica y la melancolía donde el color y la pincelada juegan sobre el soporte para trasladarnos de manera casi mística a la escena. Una intimidad de aspecto inacabado y completo a la vez con un componente magnético que hace de cada pieza una historia difusa y concreta al mismo tiempo.

Tu obra gira mayoritariamente alrededor de la figura masculina y su diversidad ¿Qué tratas de reflejar en estos hombres tan dispares?
No estoy muy seguro de querer reflejar algo muy concreto aunque a simple vista parezca todo lo contrario. Muchas veces me cuesta entender por qué hago lo que hago desde un plano mental. De alguna manera es un poco instintivo.
El hecho de que el tema sea y haya sido durante tanto tiempo la figura masculina se remonta a mis años académicos. En aquel momento yo estudiaba en Valencia en la facultad San Carlos teniendo como compañeros personas muy brillantes y un nivel de exigencia alto. La atracción por la figura masculina supongo que siempre fue una constante. Durante aquellos años la idea de «pintar chicos» hacía que, a pesar del nivel de exigencia, todo aquello fuese algo más motivador. El tema me ha acompañado hasta ahora adoptando múltiples formas y presentaciones.
No obstante, me ha llevado mi tiempo darme cuenta de que pinto en gran medida aquello que conforma mi realidad, aquello de lo que me rodeo. No sólo físicamente sino mentalmente.
Te basas en fotografías para realizar tus cuadros, ¿de dónde salen estas imágenes?
Si, me baso principalmente en fotografías. Al menos en el ámbito de la pintura es así. A la hora del dibujo puedo quizás improvisar algo más.
Cuando comencé mi mayor fuente de imágenes eran el beefcake y el homoerotismo. Más adelante, en la era Tumblr encontré una cantera más diversa en la que adquiría importancia la figura y el fondo. Es decir, el referente en sí y el lugar en el que se encontraba. Más escenarios, elementos más diversos, distintos colores-sombras-exposiciones de luz… La carga psicológica también empezó a ser diferente.
Mis fuentes ahora son muy diversas. Una parte de mis referentes provienen de Instagram. Desde usuarios a los que sigo hasta cuentas que comparten fotografías que me llaman. Otra cantera son mis propias fotografías, algo que todavía está por explotar más. También, por otro lado, compañeros fotógrafos me prestan sus fotos o particulares toman fotografías con unas pautas sencillas. Es todo muy ecléctico. Todo vale siempre que me llame por algún motivo.


La gruesa pincelada y la ausencia de línea de dibujo dan a tus obras un aspecto «inacabado» ¿Qué efecto quieres causar en el espectador? ¿Es para dejar algo en la imaginación del que las mira?
En el momento en que ya me he divertido bastante mejor dar por finalizada una obra. Creo que no tiene que ver con el detalle sino con conseguir que lo que hago me sea grato. Decir todo lo que me apetecía decir del referente hasta que dices «ya está» .
La pintura tiene una gran autonomía y se representa muy bien a sí misma, si tienes buena conexión emocional con ella. Muchas veces a pesar de ser muy emocional, mi mente lógica también ejerce una gran fuerza. Muchas piezas acaban en la basura (nooooo! Si). El detalle en la pintura me gusta, siempre y cuando no me provoque bostezos. Algunas piezas están más «acabadas» y otras más «frescas».
En cuanto a la contraparte, el espectador, también lo siento como autónomo a la hora de interpretar la obra. Hace poco escuchaba a Nicolás Uribe reducir el concepto del valor de la obra a «me dice algo / no me dice nada» y ya está. Sin mayor complicación.
Paralelamente a tus pinturas también ilustras en lápiz rosa, como pudimos ver en FAG publicado en 2018 por Editorial Hidroavión, háblame más de este proyecto. ¿Has pensado sacar una segunda parte?
Fag en realidad fue la culminación de una etapa muy importante de mi vida. Darle todo un espacio y un soporte físico a algo que me había acompañado durante mucho tiempo, tanto en el transcurso de mi formación académica como en años posteriores. Por un lado, tenía y tiene un punto gamberro mientras que por el otro daba forma a ideales que no formaban parte de mi realidad. Haber conectado con todo ese mundo de homoerotismo y sexualidad platónica e ilusionante, aunque solo fuese desde el plano de las ideas, a día de hoy me parece envidiable.
Formalmente no se me ha pasado la idea de hacer una segunda parte aunque es una pregunta recurrente por parte de muchos. Por otro lado si que me ha venido a la mente varias veces proponer a la editorial una segunda parte fiel a su esencia pero dando oportunidad a ilustradores en edad de formación académica que ya apuntan maneras. Me parece una idea interesante.


A parte de la ilustración y la pintura, ¿te has planteado explorar otras disciplinas?
Por supuesto. Hay varias disciplinas artísticas que me gustan. De hecho tengo un punto de eterno estudiante. Ahora mismo no me da el tiempo ni el espacio. Quizá cuando consiga mi estudio gigante me decida del todo.
Tengo el ojo puesto en el grabado y últimamente me puse a trastear con el carboncillo de nuevo. Ya veremos qué pasa.
A raíz del confinamiento causado por la COVID-19 hemos descubierto otra faceta tuya como tarotista. ¿De dónde sale este interés? ¿Te has planteado añadir algo de la iconografía del tarot a tu obra?
Por resumirlo de alguna manera, mi vida me ha ido llevando ahí. Siempre he tenido interés por lo paranormal, el ocultismo y los distintos planos de la realidad. Además de esto, experiencias duras en mi vida personal me han llevado a buscar verdades más allá de lo físico. Cuando te pasan muchas cosas malas seguidas no es casualidad. La repetición tan descarada de un patrón es una llamada de atención y no una casualidad.
La astrología por un lado y el tarot por otro tienen entre sus múltiples virtudes arrojar luz a grandes interrogantes de la existencia. Encontrar el sentido y propósito de nuestro paso por la vida. Entender porqué somos como somos, porqué nos pasa lo que nos pasa y cómo podemos orientar nuestra vida. Esa función me gusta mucho. Dar una serie de «tips» a aquellos que tienen la sensación de haberse perdido para que, de alguna manera se «encuentren» y puedan hacer su recorrido.
Nunca me he planteado añadir iconografía del tarot aunque me consta que es algo bastante utilizado a día de hoy. Me parece genial el uso de los arquetipos del tarot y su actual difusión. A mí me ha dado más por introducir iconografía astrológica. Pequeños simbolitos que muestran los nodos del karma, aspectos astrológicos, y símbolos de planetas.
También he titulado obras con nombres de cuerpos celestes y puntos matemáticos. Esto lo he hecho porque esas obras representan bastante la carga energética que se asocia al planeta o cuerpo en cuestión. Un ejemplo claro es «Alice Glass- Lilith». Para mí la figura de Alice Glass tan rebelde, traicionada, triste y dolida está muy en la tónica de este punto astrológico.


1 libro
Ahora estoy leyendo un libro bastante técnico de astrología de un astrólogo que me encanta llamado Pablo Flores. Se llama ‘Sanando las relaciones de pareja’ aunque desde mi punto de vista habla de todo tipo de relaciones.
1 disco
Tengo que decir dos:
– ‘III’ de Crystal Castles
– ‘The New Classic’ de Iggy Azalea
Me han acompañado los últimos meses de 2019 en momentos muy de mierda.
1 película
‘SPLIT’ (Múltiple) (James Mcavoy / M. Night Shyamalan)
La tenía pendiente de hace tiempo y me la vi la primera semana de cuarentena. La historia de Billy Milligan me parece muy interesante.
Raúl Cabanes

