NUEVAS MATERIALIDADES
ARTE #35NUEVAS MATERIALIDADES
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Cuando queremos tocar una pantalla comenzamos a establecer los propios límites de la virtualidad y las contradicciones que conlleva, en el campo artístico las nuevas materialidades han tomado la metáfora que analiza el paso de la pantalla a la cotidianidad generando un regreso a la nostalgia de los materiales tridimensionales depositando su incorporeidad sobre ella.

Tantas veces me he levantado acariciando la pantalla, hablándole como si en algún momento me fuera a responder, ella me escucha y es mi confidente. Sabe que música ponerme en cada momento, cuando me voy a la playa me aconseja que bikini comprarme, el ente incorpóreo que nos abraza cada día vela por nosotros y no lo hace nada mal, la presencia de ese extraño ser virtual me hacía sentir en paz, me hacía sentir bien.
Con la llegada de los 30 comenzó su distopía particular, una avalancha de consejos perturbadores que me alentaban a realizarme test de embarazo a diario, liposucciones o pequeños retoques para mejorar mi aspecto. Parecía que el ser que me ponía jazz por las mañanas se había convertido en mi coach personal recordándome con tesón que era toda una señora y yo y mis 100 gr de peso pluma pensábamos en esa liposucción que tanto me aconsejaba el ente.
No entendía nada, yo había depositado mi confianza en la incorporeidad digital y me lo devolvía en una patada en mi hermoso culo que recién estrenaba en el gimnasio. Nunca me llevaba la contraria, se preocupaba por mi ser más profundo y ahora quiere ser dueño de mi vida y convertirme en un manojo de carne reconfigurado a su antojo.
Yo seguía acariciando la pantalla pero esta vez mirando a mi entorno neblinoso por tanta ansiedad dietética, había depositado en ella la capacidad de decidirme infinita, inabarcable así como mi entorno reconvertido en metadatos y en un suspiro de cambio de década, la misma construcción se volvió finita, cárnica y corpórea.


Aquella construcción digital me tiró contra mi propia finitud, me recordó el paso de los años, nuestra fragilidad y sometimiento, me volvió inmersa en un artificio paradógico y corporativo a manos de Katja Novitskova, me vi caminando por sus instalaciones casi teatrales llenas de gráficos y falsas expectativas, quise irme al ártico para no tener que ir al cirujano plástico pero allí y con Natja a la mano creadora me topé con un paisaje plástico y blando, aquellos inocentes pingüinos, no eran reales, todo era una valla publicitaria.
También me llevó por los caminos rotos de Clement Valla, que nos señalan el error y la confusión fruto de nuestro artificio, un cruce de caminos digitales que nos traen de vuelta a casa, porque en este proceso de rematerialización conceptual, nuestro pecado fue la nostalgia, la que nos llevó de vuelta a nuestro salón de recreo.
Generamos un universo de datos inabarcable para la mayoría de los mortales, después le ponemos nombre, Siri hablándote desde un altavoz y la pantalla recupera el cuerpo y es bautizada, tiene un hueco en el hogar, la sentamos a comer con nosotros.
Un mundo líquido recae sobre el salón de nuestra casa y nos pilla en batín y con el Lorazepam en la mano. Ya no solo nuestro cuerpo sino nuestro entorno es camuflado por una manta de píxeles que se fusiona y se vuelve blandito y esponjoso porque lo nuestro es tocar.
Ya no acariciamos la pantalla acariciamos nuestros límites y contradicciones, una nostalgia matérica que nos ha hecho volver lo infinito finito para sentirnos cómodos y agustito en nuestro sillón, generamos paraísos artificiales camuflándolos entre nuestras queridas plantas de ikea, una fiel estampa a las representaciones de Felicity Hammond donde nos muestra esta fragilidad entre virtualidad y realidad, donde los materiales maleables se fusionan en un paisaje orgánico y fluctuante, donde somos conscientes de nuestros propios límites.

María Rojas

