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METACINE

ARTE #31

En los 90, con el Posmodernismo cinematográfico, el cine empieza a desarrollar el concepto de referencialidad, y proliferan las películas que exploran el metadiscurso. En el metacine, el relato abandona su transparencia y muestra sus procesos constructivos, sus influencias y conflictos creativos. La película abandona la magia invisible de la puesta en escena y se nos muestra como un artefacto, en el que se palpan las tensiones entre realidad y apariencia.

Irma Vep de Olivier Assayas, 1996. Jean-Pierre Léaud interpreta a un director de la Nouvelle Vague (obvio) que quiere hacer una versión de ‘Les Vampires’, pero le abordan problemas constantemente con la producción, con el equipo y con su propia estabilidad mental, consciente que ya no tiene nada que contar. Assayas muestra la tensión entre el viejo y el cine nuevo (en los 90, la crítica francesa prefería el cine asiático al francés) así como las dificultades para mantener la frescura cuando se alcanza la madurez en la profesión. Para quienes, como yo, disfrutan con la decadencia.

Mulholland Drive de David Lynch, 2001. Lynch siempre ha sido un outsider en Hollywood, y es fácil imaginar esta película como una versión lyncheana de sus propias experiencias. Con una gran influencia de Fellini, nos muestra la vida como un baile de máscaras o identidades. Hay muchas interpretaciones, me quedo con la que apunta a la subtrama como el núcleo de la película, y la idea del intercambio de identidad como el estilo de vida falso que Hollywood impone a la profesión.

Vivir Rodando de Tom DiCillo, 1995. Todos los que amamos el cine hemos deseado hacer cine alguna vez, pero la verdad es que trabajar en ese mundo debe ser una pesadilla, y este es el gran acierto de la peli, que te transmite ese espíritu de sálvese quien pueda, esa huida hacia adelante que es una producción de cine independiente, sonido desastroso, actuaciones mediocres y directores pirados. Tom DiCillo rodó esta película a partir de sus de sus propias experiencias trabajando a las órdenes de Jim Jarmusch…

La Noche Americana de François Truffaut, 1973. Se llama noche americana al rodaje de una secuencia nocturna a plena luz del día, fingiendo la oscuridad. Truffaut nos recuerda desde el título que todo es ficción, y locura, pues el proceso creativo de su cine se basa en las emociones, a veces fuera de control, de los actores y actrices que intervienen en ella. ¿Se puede compaginar vida personal y trabajo? ¿Cuánto es capaz de sacrificar por su amor a esta profesión? Todo, pues su vocación es profunda, “siempre he preferido el reflejo de la vida, a la vida misma”.

Arrebato de Iván Zulueta, 1979. El cine como ilusión, como obsesión que te subyuga. Con un presupuesto mínimo, Iván Zulueta hizo la película de culto más fascinante del cine español. Zulueta, inspirado en la escena underground de Nueva York, asume todos los riesgos para contar su verdad, “cuando atrapa a alguien, el Cine lo posee implacable, exige su entrega incondicional, le arrastra devoradoramente a una pasión insensata. A cambio, ofrece puntos de fuga”. Arrebato cuestiona a todo artista que no ande en la búsqueda obsesiva del arrebato artístico.

Tristam Shandy: A Cook and Bull Story de Michael Winterbottom, 2006. La película trata de las dificultades de llevar a la pantalla una novela del siglo XVIII que trata sobre las dificultades de escribir una autobiografía. De forma autoconsciente, Winterbottom escoge el mockumentary para poder mostrar los engranajes de la construcción narrativa de una historia, en principio inenarrable, y de este modo dar rienda suelta a lo bizarro, lo sobreactuado, a lo artificioso de una puesta en escena puramente inglesa. Aquí fue donde empezó el mítico tándem Steve Coogan/Rob Brydon.

The Disaster Artist de James Franco, 2017. Uno de los biopics más extraños que se han visto en el cine y, sin duda, uno de los más divertidos, es además una de las mejores obras de metacine que se han visto en años. Trata sobre la producción de una película increíblemente mala, ahora de culto, ‘The Room’. El gran acierto es el enorme respeto y el cariño con el que James Franco retrata e interpreta al fascinante Tommy Wisseau. Una celebración del impulso creativo por encima del talento.

Holy Motors de Leos Carax, 2012. Después de años viendo tantas películas con narraciones auto-referenciales, todavía hay facetas que explorar. Leo Carax construye la historia en torno al significado, con una narrativa que salta entre los diferentes episodios de la película, por lo que algunos críticos la consideran post-meta. Llena de referencias a películas anteriores tanto de su protagonista Denis Lavant como de Carax, la película es un homenaje a la interpretación y una forma de recuperar la inocencia primitiva de una experiencia visual.

 

Sarah Valentín

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