EAMES
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Charles y Ray Eames, más conocidos como el arquitecto y la pintora o como los Hnos. Eames (sin serlo), nos muestran a lo largo de su carrera profesional no sólo una gran diversidad de proyectos de todo tipo, dada su fuente inagotable de creatividad, sino una nueva manera de ver el mundo, de mostrarse y responder ante él.

Son numerosas las publicaciones que muestran en detalle la evolución de su trabajo y de su vida personal, entre las que destaca el documental publicado en 2011, Eames: the Architect & the Painter.

A lo largo de los cincuenta y sesenta, los Eames trabajaron para Herman Miller creando mobiliario innovador como las sillas ‘Aluminium Group’ (1958).
También desarrollaron algunos proyectos de arquitectura, como las ‘Case Study Houses nº 8 y 9’. Incluso en su vertiente más tecnológica, fueron pioneros en presentaciones multimedia y exposiciones como , ‘Mathematica’ (1961) o ‘Copernicus’ (1972).

Y de algunos cortometrajes como ‘Tops’ (1969) o ‘El poder del diez’ (1977).
Con sus diseños, películas y fotografías los Eames crearon un lenguaje visual de gran impacto que marcó una época tanto en América como en el extranjero, convirtiéndose en un icono cultural.

Esta pareja de creativos, no eran arquitectos ni empresarios pero con sus ideas revolucionaron el diseño de mobiliario, la arquitectura y la comunicación de tal manera que actualmente el mundo continúa considerándolos un referente y bebiendo de su intacto legado. Defensores del proceso de aprender haciendo, eran más prácticos que teóricos y eso les hizo saber adaptarse a las consecuencias de la 2º Guerra Mundial, tiempos difíciles en los que supieron ver oportunidades para cambiar un sistema en crisis, que casualmente, es el mismo tema que nos ocupa a la sociedad y arquitectura actuales, cambiar un sistema en crisis.


Una de las mayores fascinaciones de los Eames era el circo, del que extraen numerosas reflexiones que condicionan y marcan el modo de hacer su trabajo y que hoy en día, podríamos extrapolar a la profesión de arquitecto. Los Eames recurrieron al circo en una conferencia de La Academia de Ciencias y Artes Americana en 1974.
En esta conferencia muestran lo que ellos pensaban que era la arquitectura: Un continuo espectáculo teatral de la vida cotidiana, entendido como un ejercicio en restricciones más que de expresión personal.

Un claro ejemplo de esta filosofía son las numerosas fotografías de los Eames mostrando sus últimas invenciones e incluso divertidos autorretratos como una práctica espontánea, pero que no muy en el fondo escondía una fuerte estrategia de diseño y marketing extraordinariamente precisa y profesional.

Y es de aquí, de dónde podemos extraer las enseñanzas que la arquitectura actual nos reclama, dónde radica la respuesta a gran parte de las preguntas que llenan la incertidumbre de los arquitectos de hoy en día. Debemos buscar nuevos campos de trabajo sin miedo a asumir la necesidad de una reinterpretación del papel del arquitecto en la sociedad, sin miedo a humanizarnos.
Perder el miedo a aferrarnos a la rigidez de una arquitectura ensoñada y abrirnos al mundo que nos reclama y que todavía nos necesita, establecer la estrategia. ¿Son los Eames un ejemplo a seguir? ¿Son los Eames un claro retrato de lo que serán las nuevas generaciones? ¿Qué hubiesen hecho los Eames hoy en día?
Actualmente, cada vez son más los estudios de arquitectura que son conscientes de esta nueva necesidad, e interiorizan en sus prácticas arquitectónicas nuevas actitudes que se abren a la realidad que viven. Asumir la importancia del marketing en arquitectura es fundamental.

El uso de redes sociales como Instagram, en la que es indiscutible la fuerte presencia arquitectónica y de la que en breve quisiéramos hablar más largo y tendido, y más aún, el uso de hashtags que crean tendencia dentro de la arquitectura como #tiredportrait.
Un claro ejemplo de este acercamiento lo tenemos con los arquitectos Langarita Navarro que para la publicación de su proyecto Casa Baladrar, nominado a los premios Mies Van der Rohe 2015, han hecho uso de una fotografía muy Instagram por así decirlo, haciendo alusión al famoso hashtag antes citado.


Otro ejemplo lo encontramos en la iniciativa de El Campo de Cebada, un alegato contra la indiferencia, una prueba de que es posible hacer ciudad entre todos, de que hay vida más allá del urbanismo planeado de arriba hacia abajo, comprometiéndose con la transparencia, la participación y la inclusión social en el quehacer arquitectónico y urbanístico de nuestro momento.
Esperemos que este sea el tímido comienzo de una nueva manera de entender y hacer nuestra arquitectura, nuestro tiempo y que seamos capaces de dejar una herencia tan enriquecedora e interesante como la de los Eames.
Sheila Pérez