DAVID DELFÍN
MODA #22DAVID DELFÍN
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Se suele decir que el trabajo de los creativos se valora más cuando estos desaparecen. Sin embargo, a David Delfín no le ha hecho falta desaparecer para que su nombre se haya gritado a los cuatro vientos durante años. Ya formaba parte de la realeza de la moda española mucho antes de que, desgraciadamente, el pasado 3 de Junio la dejase huérfana, dejando tras de sí un enorme legado que sin duda perdurará en la memoria artística de nuestro país.

Equiparado a veces incluso con Delpozo, el año pasado se le otorgó el Premio Nacional de Diseño de Moda como reconocimiento a una carrera de trayectoria tan brillante como inesperados fueron sus inicios. El diseñador nunca tuvo como objetivo crear una marca de moda y, de hecho, no estaba formado en diseño ni patronaje y confección (más allá de lo que aprendió de su madre, que era costurera) cuando comenzó su actividad.
Como él mismo señaló en varias ocasiones, su objetivo era ser provocador de emociones, y siempre consideró que tenía cierto espíritu de hombre renacentista, incapaz de limitarse a un único ámbito creativo, y que debía diversificar su actividad lo más posible. Así, en los últimos años, David Delfín había creado vestuario para Almodóvar, la Compañía Nacional de Danza e incluso había colaborado con la cadena hotelera Iberostar para crear los nuevos uniformes de sus empleados. Por otra parte, el diseñador tenía ya a sus espaldas varias exposiciones plásticas y diseños de tipografías y composiciones gráficas.
Lo cierto es que su personalidad artística podría haber derivado en cualquier otra disciplina, pero tuvimos la suerte de que, por la razón que fuese, su talento aflorase en el mundo de la moda.
Todo comenzaría con las ya míticas prendas estampadas con su tipografía característica, que dieron la campanada y se convirtieron en lo más cool del momento en Madrid y Barcelona en muy poco tiempo. A partir de ahí, el nombre David Delfín se haría cada vez más conocido y, tras desfilar en la Pasarela Cibeles (que por aquel entonces aún se llamaba así) y levantar polémica por cubrir a las modelos con capuchas y colocarles sogas al cuello, su éxito quedaría consolidado.
Con el tiempo se vería inmerso en el panorama cultural nacional, en el cual encontró grandes amigos (además de su ya inseparable Bimba Bosé) como Alaska, Mario Vaquerizo, Bibiana Fernández o Rossy de Palma. El conocido Pelayo Díaz, durante un tiempo su pareja, colaboraría con él creando complementos para algunas de sus colecciones.


En cuanto al trasfondo e inspiraciones de sus trabajos, David Delfín fue realmente variado. En sus colecciones incorporaría desde elementos del surrealismo cinematográfico de Buñuel a preceptos racionalistas, deformando y reinterpretando patrones clásicos. En relación a esto también mostró su lado más disciplinado, desarrollando una estética basada en la uniformidad, si bien siempre con un tinte de ambigüedad, consiguiendo prendas verdaderamente sorprendentes. También viró hacia lo oscuro en algunas de sus colecciones, primando el uso del negro sobre el resto de colores.
Si hubiese que resaltar un elemento característico este sería sin duda el cuello camisero en todas sus versiones, que decididamente complementó la estética unisex que el diseñador defendió en toda su trayectoria. Por otra parte, su personalidad transgresora se vio claramente reflejada en las tipografías que utilizaba.
David Delfín ha conseguido a lo largo de los años acumular una gran fuerza iconográfica, cultivando un estilo característico altamente reconocido y una estética rupturista que constituirá un referente para futuras generaciones de diseñadores.
El mismo diseñador afirmaba que no deseaba seguir las tendencias, sino buscarlas, pero siempre con la intención de transmitir un mensaje; la estética vacía no valía nada para él. Así, construyó prendas en las que predominaban las líneas y formas puras y los cortes geométricos aparentemente sencillos, pero de cierta complejidad en cuanto a patronaje. Sus volúmenes son comedidos y sus ideas concretas, sin recrearse en elementos decorativos innecesarios. En cuanto a los colores, es evidente la profusión de blanco y negro o colores lisos, que se presentan normalmente atemperados con toques de colores puros bastante saturados. Los estampados y apliques son armónicos (incluso en su etapa “hincha”), y suelen abarcar la mayoría de las prendas de cada outfit.
Globalmente, se puede apreciar una clara tendencia a una elegancia basada en el equilibrio.

Uno no puede dejar de preguntarse por qué alguien que tanto tenía aún por ofrecer ha tenido que dejarnos tan pronto. Quién sabe con qué nos habría sorprendido este grande de la moda en el futuro. Solo podemos imaginar. Ahora solo nos queda admirar el legado de este Margiela rondeño con tintes de McQueen, y esperar que éste inspire a las próximas generaciones de creadores españoles, llamados a cambiar el panorama de la moda en nuestro país. Ahora, David, descansa en paz, y gracias.
Sergio García del Amo

