CINE GOURMET
ARTE #44CINE GOURMET
Escribe y pulsa intro

Este año está siendo muy curioso. Jamás nos habíamos enfrentado a una pandemia mundial de este calibre en la era moderna y, con esta nueva experiencia, estamos aprendiendo qué es lo más importante para nosotros. El papel higiénico, la levadura en polvo y la cerveza parecen ser esas tres cosas que ahora cualquiera se llevaría a una isla desierta. Este artículo intenta fusionar los dos pilares que sostienen la vida hoy en día, o al menos una parte fundamental de la mía: el cine y la comida.

Algunas películas nos presentan la comida como un personaje o un escenario más, algo que nos envuelve, que nos cautiva, que nos repugna o que nos abre el apetito. Desde el gazpacho misterioso de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’, pasando por el banquete del Maharajá en ‘Indiana Jones y el templo maldito’ hasta las galletas de ‘Alicia en el país de las maravillas’ invitándonos a comerlas, encontramos en la comida un medio sensorial en el que volcar nuestra imaginación.
Como agua para chocolate de Alfonso Arau, 1992. Quizás, como la protagonista de esta película, nosotros mismos hayamos recurrido a la comida y al cocinar como modo de evadirnos de nuestra extraña realidad. ¿Qué mejor que enfocarnos en tamales, guacamoles y capones cuando nuestro corazón palpita como una patata frita por alguien a quien no podemos ver? La gastronomía mexicana es un personaje más aquí, que nos presenta su lado más exótico, erótico, delicioso y satisfactorio. Como en el amor, nos deja ver lo poco que sabemos de ella y lo mucho que tiene que ofrecernos.


El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante de Peter Greenaway, 1989. Uno no puede evitar tener la sensación de haber entrado en un bodegón animado viendo esta película: montañas de platos, frutas, aves emplumadas, mantelerías y demás se disponen ante nosotros mezclados con el cuidado vestuario, a cargo de Jean-Paul Gaultier, en un banquete visual que puede dejarnos con el estómago muy lleno.
Como un auténtico y original arco iris emocional, esta obra de teatro cinematográfica desde luego no dejará indiferente a nadie… aunque puede que no nos quede apetito para comer nada después.
Tomates verdes fritos de Jon Avnet, 1991. Uno de los grandes poderes que tienen el cine y sus historias es transportarnos con ellas a lugares del pasado en los que jamás hemos estado pero que, de alguna manera, formarán parte de nosotros desde ahora, como una suerte de recuerdo colectivo; es maravilloso tener eso en común con los demás, recurrir a esos lugares compartidos que gracias al cine tenemos todos. Y esto es precisamente lo que ocurre con esta película, nos dejará un sabor dulce en los labios que no querremos que se vaya.


Delicatessen de Jean-Pierre Jeunet, 1991. Después de haber salido a aplaudir cada día a las 20:00, haber cantado el ‘Resistiré’, compartido clases de yoga, charlado de balcón a balcón y demás, uno no puede evitar darse cuenta de lo poco que conoce a sus vecinos después de todo. Para los que vivimos en bloques de apartamentos es inevitable compartir momentos, agradables o no, convirtiendo nuestro espacio en un panal de abejas zumbonas, como ocurre en ‘Delicatessen’. Seas o no un carnívoro acérrimo, la idea del veganismo probablemente vuele por tu cabeza un par de veces viendo esta película…
Chocolat de Lasse Hallström, 2000. Con una banda sonora deliciosa y un gran reparto, ‘Chocolat’ nos enseña que la comida puede cambiar a un pueblo entero, de la misma forma que nosotros podemos cambiar nuestro entorno con un poco de aquello que nos hace especiales. Me he empachado yo solo releyendo esto, pero que sepáis que era mi intención. Y para todos aquellos a los que no haya echado para atrás con mi recomendación, deciros que si váis a ver esta película deberíais tener a mano una caja de bombones. Por algo se titula así.


Ratatouille de Brad Bird, 2007. Tú, que tienes suscripción premium a Deliveroo y Glovo; tú que dominas el microondas y no sabes a qué se le echa estragón y a qué tomillo: Esta película es para ti. Motívate, porque si una rata es capaz de preparar un plato que deje a un crítico con el culo torcido, tú también puedes. Ratatouille nos transporta a un París culinario lleno de platos y escenas deliciosas que nos recordarán que nunca estamos solos si estamos haciendo aquello que más nos gusta.
El viaje de Chihiro de Hayao Miyazaki, 2001. En los cuentos populares de todo el mundo la comida cumple diversos papeles importantes; manzanas envenenadas, casas de chocolate, migas de pan y demás aparecen con frecuencia, enfrentando a los personajes con la tentación y las consecuencias de caer en ella, la promesa de sanarse, tener poderes mágicos o cambiar de forma. Como también ocurre en todas las películas del Studio Ghibli, esta pequeña Alicia perdida en un país de las maravillas con tintes mitológicos japoneses abrirá nuestro paladar y nos dejará con apetito para nuevos sabores.


La gran comilona de Marco Ferreri, 1973. Igual que los niños pequeños se dejan para el final la comida que no se quieren comer, he querido dejar para el final la película que da ganas de dejar de comer. Si te estás planteando ponerte a dieta, ‘La gran comilona’ es un muy buen primer paso para dejar de ver la comida como algo apetecible y encontrar en ella angustia y exceso. Podríamos conectar con nuestra propia ansia consumista, que nos devora a nosotros mismos en una vorágine sin sentido.
Nacho Vela

