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cine asiático

ARTE#13

Una mirada al cine asiático contemporáneo

Es muy posible que viendo el tema del que trata el artículo, lo primero que venga a la cabeza de muchos lectores sean los conceptos hipsterismo, cultureta o moderneo exacerbado, y es que también es muy cierto que el cine asiático no está muy extendido en el mass market de la cultura occidental. Pues nada más lejos de la realidad, rasgaos las vestiduras de los prejuicios culturales y adentraos en una faceta del cine desconocida para muchos que ha conseguido aportar savia nueva a un mundo en el que los cánones habituales del cine están más que anquilosados y enfermos de ausencia imaginativa. Y si ya lo habéis hecho antes, un hurra por vosotros. Ante todo, este artículo no pretende ser guía de iniciación ni nada por el estilo, simplemente es la exposición de unos muy buenos ejemplos a tener en cuenta. Aquí, el autor del artículo, aún tiene mucho que ver y aprender al respecto.

OldBoy de Park Chan-Wook, Corea del Sur, 2003. Si hay una película que pondría como estandarte del cine asiático contemporáneo sería, sin lugar a dudas ni rechiste posible, ‘OldBoy’. Se trata de la segunda entrega de la conocida como Trilogía de la Venganza – Sympathy for Mr. Vengeance, OldBoy, Sympathy for Lady Vengeance -, tres películas en las que, por diferentes motivos, sus tramas se dirigen por caminos tortuosos hasta desembocar en impactantes y brutales desenlaces. Su director, Park Chan-Wook, es autor de algunas de las obras más laureadas de los últimos años, con incursión en el cine occidental dirigiendo la notable Stoker, con Mia Wasikowska y Nicole Kidman.

Oh Dae-Su es un desastre de persona y lo demuestra desde el principio. Borracho en una comisaría el día del cumpleaños de su hija, haciendo promesas que nunca llegará a cumplir. Poco después es secuestrado sin lógica aparente. La angustia de permanecer atrapado sin conocimiento de causa le atormenta. Quince años después es liberado con la misma falta de explicación. Como una persona totalmente nueva, se dedica a encontrar y saldar cuentas con quien le ha privado de libertad, en busca de una ansiada venganza que vendrá acompañada de antiguos sentimientos, rencores y una carga casi infinita de cruel ironía. Un choque de trenes que explota durante los últimos minutos.

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Memories of Murder de Bong Joon-ho, Corea del Sur, 2003. Basada en una historia real que ocurrió en la provincia de Gyunggi en 1986. Una joven aparece violada y asesinada con un extraño ritual. La policía se hace cargo de la investigación, pero sus dudosos métodos ponen en entredicho la resolución del caso. Es por eso que se le asigna la tarea a un reputado policía de Seúl, quien, en incómoda colaboración con el cuerpo local, se encontrará constantemente con muros que le impiden avanzar, mientras los asesinatos se siguen sucediendo. Un juego del ratón y el gato, con un ratón extremadamente ágil.

El hombre sin pasado de Lee Jeong-beom, Corea del Sur, 2010. Cha Tae-Sik es un antiguo miembro de las fuerzas especiales que vive recluido en una oscura casa llevando un negocio de empeños, con el objetivo de vivir lo más apartado posible de la sociedad. A su pesar, se encariña de una niña pequeña, hija de una vecina cuya vida no está del todo bien encaminada. Un ajuste de cuentas salpicará a la niña en un mundo en el que tráfico de drogas, explotación infantil y demás miserias encaminarán al protagonista a resurgir de sus cenizas, todo esto envuelto en espectaculares escenas de acción de exquisita factura mientras descubrimos detalles de su pasado.

Joint Security Area de Park Chan-wook, Corea del Sur, 2000. En la frontera entre Corea del Sur y Corea del Norte sucede un extraño evento en el que dos soldados norcoreanos acaban muertos. Con intención de resolver el caso se encarga la tarea a investigadores de naciones neutrales. Los detalles están poco claros, pero poco a poco se irán desengranando las circunstancias que llevaron al trágico desenlace. Joint Security Area aborda un tema delicado donde los conflictos políticos suponen una gran barrera en el desarrollo de las relaciones personales, cuando olvidamos nuestros principios humanitarios en favor de rencores y enfrentamiento de los sistemas.

Confessions de Tetsuya Nakashima, Japón, 2010. Es el último día de clase, los alumnos están exultantes por las vacaciones, rozándolas con la yema de los dedos. Pero habrá un giro inesperado. La profesora, madre soltera de una niña de cuatro años que ha sido asesinada, cierra la puerta y da un discurso a la clase. Sabe que dos de los chicos del aula son los causantes de la muerte de su hija y, sin desvelar quiénes, anuncia el inicio de su ajuste de cuentas. El desconcierto se apodera de la gran mayoría de alumnos para dar paso al inicio de los acontecimientos, descubriendo a la vez los orígenes de la trágica muerte de la niña y los frutos de la implacable venganza.

Departures (Despedidas) de Yojiro Takita, Japón, 2008. El mundo de la música no resulta sencillo. Es algo que comprueba Daigo Kobayashi cuando el patrocinador privado que sustenta la orquesta donde toca el violonchelo decide cesar su aportación. Con la orquesta disuelta busca trabajo, pero la fortuna no le acompaña. Es por ello que le pide a su mujer que se mude con él a su ciudad natal. Allí, la situación le obligará a aceptar un empleo en una funeraria ante las extrañas miradas de su esposa y vecinos. Poco a poco descubrirá la belleza oculta en el ritual y le servirá de atajo para reencontrarse con sentimientos ocultos casi olvidados. Mención especial a una gran banda sonora.

In the mood for love (Deseando amar) de Wong Kar-Wai, Hong Kong, 2000. Estamos en 1963. Dos parejas, desconocidas entre sí, se mudan al mismo tiempo a un edificio de Hong Kong. Las circunstancias y los eventos ayudarán a que Chou, periodista local, y Li-Zhen se conozcan mejor, a veces a pesar suyo y en contra de sus deseos iniciales, en favor de una historia romántica que les dará esperanza y remordimiento a partes iguales. Wong Kar-Wai es un gran director, pero con’ In the Mood for Love’ tejió un tapiz en el que guión, color, ambientación y banda sonora casaban de forma tan perfecta que el resultado culmina en una auténtica orgía para los sentidos.

Infernal Affairs (Juego Sucio) de Lau Wai-Keung y Alan Mak, Hong Kong, 2002. ¿Habéis visto ‘Infiltrados’ de Martin Scorsese? Si la respuesta es sí, no hay mucho más que decir. La película que le sirvió al director neoyorquino para llevarse el Oscar a mejor película es un remake que extrae de manera excesivamente fidedigna el contenido de ‘Infernal Affairs’. Ya sabéis, poli infiltrado en la mafia, gangster infiltrado en la poli, y un enrevesado juego de intereses, personajes y “ratas” que no te deja respiro hasta el final. Un fantástico thriller que, gracias a ‘Infiltrados’, también ha ganado en popularidad con el tiempo. No contiene a los Dropkick Murphys y su ‘I’m Shipping up to Boston’.

 

Raúl Montes

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