ANIMALES CERÁMICOS
ARTE #21ANIMALES CERÁMICOS
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El hombre es cada vez más vanidoso y holgazán. Todo vale mientras consigamos todo más rápido, más barato y por qué no? Más tóxico. Nuestra relación con la naturaleza es cada vez menos respetuosa y pese a todos los signos seguimos acelerando la destrucción del planeta. Os presentamos a tres escultoras estadounidenses que a través de sus frágiles animales imaginarios nos invitan a reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y nuestro lado animal.
Las piezas de Crystal Morey reflexionan sobre el agresivo impacto que generamos en el medio ambiente. Cómo alteraciones que habrían tardado milenios mediante procesos naturales suceden de manera frenética causando la amenaza de muchas especies y generando vulnerabilidades en infinidad de hábitats naturales. Las figuras de Crystal aparecen en mitad de todas estas preocupaciones. Como amuletos o talismanes muestran personajes híbridos, entre lo humano y lo animal, absorbidos en sus propios sentimientos de estrés, ansiedad o ambivalencia. “En mi trabajo investigo estas acciones mientras también creo una narrativa evocadora y misteriosa que muestra nuestra interdependencia con la tierra y los animales que nos rodean.”
Crystal se crió en un ambiente rural, en constante contacto con la naturaleza pero luego se mudó a Oakland, California, y la relación que observó entre los urbanitas y el medio ambiente era radicalmente distinta. La artista se interesa por la relación intelectual, emocional y primordial entre los seres humanos y su medio ambiente. Su discurso trata de concienciarnos de cómo la caza, la deforestación, la acidificación de los océanos, la manipulación genética, la agricultura industrial e innumerables procesos contemporáneos nos acercan potencialmente a la destrucción.


En la obra de Kate Macdowell encontramos un curioso baile entre la vida y la muerte a través de la naturaleza. Sus obras son una respuesta al impacto generado en el medio ambiente por la intervención del hombre. El cambio climático, la polución tóxica o los cultivos transgénicos son algunos de los temas que preocupan a la artista. Y la relación entre sus temáticas y el material utilizado tiene una razón de ser: “Elegí la porcelana por sus cualidades luminosas y fantasmales, así como por su resistencia y capacidad de mostrar una textura fina. Enfatiza tanto la impermanencia como la fragilidad de las formas naturales en un ecosistema moribundo, mientras que, paradójicamente, es un material que puede durar miles de años y está históricamente asociado con un alto estatus y valor.”
La visión romántica y bucólica que se tenía de la naturaleza en otras épocas se encrudece y vuelve amenazadora a través de cráneos y esqueletos en frágiles porcelanas que acentúan la sensación moribunda de los animales representados con delicadeza. “Veo cada pieza como un espécimen capturado y preservado, un registro minucioso de formas naturales en peligro de extinción y un comentario sobre nuestra propia culpabilidad.” La unión entre el hombre y la naturaleza se muestra tensa y amenazante con la implicación perturbadora de que también nosotros somos vulnerables a ser víctimas de nuestras prácticas destructivas.
Beth Cavener reside actualmente en Montana donde ha creado un estudio colaborativo llamado Studio 740. Sus esculturas muestran retratos psicológicos humanos a través de formas animales. De sus bloques de arcilla surgen imponentes animales de apariencia cruda y sin refinar. Pero lo más impactante en sus piezas es como al observar con detenimiento las miradas y las poses de sus animales nos sumergimos en lo más oscuro de la condición humana. «… tomé prestada la pureza y la inocencia moral de la imagen animal y la imbuí con la complejidad humana». De esta manera otorga sentimientos y patologías propias de los humanos a conejos, lobos, corderos, cabras y serpientes.
Encontramos el miedo, la apatía, la sensualidad o la impotencia encerradas en formas animales llenas de tensión y magnetismo tras sus estudiadas poses, que implican un complicado y laborioso proceso constructivo para cada una de estas esculturas de gran escala. «Estas figuras son simplemente animales salvajes suspendidos en un momento de tensión. Debajo de la superficie, encarnan las consecuencias del miedo humano, la apatía, la agresión y el malentendido». Lo consciente y lo inconsciente, lo humano y lo animal conviven en los gestos y expresiones de sus criaturas.

La naturaleza, mostrada anteriormente por la literatura y el arte como algo amenazador y que infunde respeto se ha convertido en la víctima, frágil e indefensa del hombre moderno bajo la óptica de numerosos artistas. Verdugos o kamikazes, las grandes potencias y las industrias más enriquecidas cegadas por la vanidad y la avaricia no son conscientes de que están mordiendo la mano que les da de comer.
Raúl Cabanes

