AMAI RODRÍGUEZ

En un mundo en el que los sueños nos dan ese empujón hacia lo desconocido, Amai Rodríguez nos envalentona para poder con todo o incluso nos sirve el antídoto para soportar la dura realidad. “Las imágenes se cuelan en nuestro subconsciente y aparecen representadas en el cerebro, como si de una película de David Lynch se tratara”. Nos introduce en sus colecciones con la buena música y sencillamente acaba sorprendiendo hasta a los más estirados.

Nació en el norte, concretamente en Poio (Pontevedra) allá por los ochenta. Pronto supo que el arte era su gran amante, pero dejó la carrera de Bellas Artes para dedicarse al diseño de moda en cuerpo y alma, aunque pasear la mirada por cualquiera de sus diseños nos deja claro que de donde nacen sus creaciones es del buen arte. Después de terminar los estudios y trabajar a lo largo y ancho de este país y parte del extranjero, decidió que lo que necesitaba era alzar el vuelo en solitario. “Pensé, “ahora o nunca» y es que cuando llevas tiempo trabajando para otras personas y contabilizas la de horas que podrías haber invertido en tu propia empresa, de repente, algo se remueve por dentro”.

Cada colección presentada a lo largo de su carrera está repleta de referencia oníricas que nos trasladan a parajes coloridos y excéntricos, y es que con cada prenda elabora un arduo trabajo de experimentación y elaboración que las sitúa en el umbral de piezas artísticas, pues van más allá de la funcionalidad.

Con empeño y meticulosidad parte “del arte y de una amplia variedad cromática, del poder de un estampado, de una mezcla irreverente de tonos y prints y de una colorida locura” hacia lo que directamente le influye: la música. “Me transporta a diferentes historias y relatos que se convierten en diseños en mi cabeza”. Pero es ahora cuando nos encontramos de nuevo con ella en la última edición de EGO en Madrid.

Sus referencias siempre rozan la poesía y es que en esta última ocasión el amor imposible, la espera desesperada de una mujer a su marido en la década de los 50 y los referentes espaciales fluyen por cada outfit en un mix de texturas y colores que nos demuestra que hay una gran elaboración detrás, pues su método de trabajo parte de la colaboración. “Tengo una fe irracional en mi equipo, en su profesionalidad absoluta y creatividad, así como en que los artistas tienen que imaginar e inventar sin ser vigilados o controlados. Creo en la fusión de mentes y en la sinergia”. Y es que cada prenda tiene parte de la colaboración artística que hace de todas ellas piezas únicas “el equipo marca la diferencia, más que el planteamiento de una colección”.

Como broche estético para la colección (si es que se le puede pedir más) es que todos los estampados de faldas, vestidos… son ilustraciones propias. Para ella no existen limitaciones creativas en cuanto a estampados, aunque nunca le dirá que no a cualquiera de ellos: “si son los tuyos propios personalizados y exclusivos e ideados para cada prenda, me parece que le da ese plus extra a la marca”, está claro.

Cuando le preguntamos cuál sería el consejo que le daría a alguien que quiere empezar con una marca propia nos demuestra que hay que ser valiente y consciente de que no se trata de un camino de flores: “¡Adelante! Emprender no es fácil pero vivir de los sueños de otros, tampoco. Creo en la convivencia de todas las marcas y me parece que al menos intentarlo es digno de admiración y para nada el camino más sencillo, pero al menos el que a la larga, cruzamos dedos, da más satisfacciones y porqué no decirlo, noches en vela”.

Para terminar os dejo con una de las referencias más inspiradoras que me han explicado: “Una frase, una palabra, un extracto de una canción o incluso unos acordes de una guitarra me transportan a otra dimensión” y es que espero que Amai siga soñando mucho tiempo, para que los que quedamos en la tierra podamos disfrutar con su trabajo.

Atalanta