Madrid – Malasaña
Me llamo Samuel y acabo de pasar mi Ruspringa, la decisión más difícil en la vida de un amish. Había dos opciones: ser bautizado y volver a una vida de costumbres seculares o largarse a conocer mundo.
Mi primera parada es Madrid. Es fácil comer bien, a precios razonables, vivir los actos sociales obligados en un fin de semana, como el Vermut o ir de cañas, y porqué no! entre diario también! Las tiendas en las que sientes que encuentras cosas únicas entre tanto Souvenir, y disfrutar de la noche en un local que aunque no sea el de moda, no deja de ser especial. Casi igual que cuando bebíamos a escondidas espirituoso en el granero de mi amigo Jeremías.
Tras dejar el equipaje y colgada la cámara, empeziezo el día con un buen desayuno en La Cocina de mi Vecina, y es que con un escaparate así no hay quien pase de largo. No era difícil que me conquistaran después de comer la misma tarta de melaza durante 16 años, pero es que tienen las mejores tartas y cupcakes.


Varias fotos de rigor después, descubro Rughara. Una tienda y sala de exposiciones donde la creatividad parece ser lo que venden ya sea en forma de ropa y accesorios o decoración. No te irás con las manos vacías. A Effie le hubiera encantado estar aquí.

Ha llegado el momento de tomar algo. Elijo El Camacho, lugar idóneo si quieres vivir lo auténtico. Es un lugar (por no decir pasillo) abarrotado de gente variopinta y muy diferente unos de otros y que día tras día se llena. Es muy peculiar el olor, que sin saber muy bien el porqué, uno se acostumbra y acabaría repitiendo al fin de semana siguiente . Por supuesto, Yayos, una mezcla entre vermut, ginebra y soda, bueno, aquí se llama Sprite.

Al salir de El Camacho, me cruzo con dos hombres que visten como mis primos Duncan y Evan, con sus barbas y tirantes, salvo por los tatuajes. Me dan indicaciones para ir a la Bodega de la Ardosa, donde pruebo una cerveza bien tirada y tortilla de patatas. Local mítico, castizo y singular . Tuve que pasar por debajo de la barra para acceder al baño. No podía irme de Madrid, sin comer unas croquetas y voy a Casa Julio.


La tarde es el mejor momento para ir de tiendas de segunda mano, entre las calles Velarde y La Palma. Me llama la atención que la gente pague por chaquetas como las que utiliza mi tío Gavin para recoger heno. Para descansar las piernas y disfrutar de la lectura con un buen vino, entre una cuidada selección de títulos, Tipos Infames es una buena opción.

Y para comenzar la noche como es debido, algo de tapeo en locales como Ponte Pez, con platos originales a buen precio. Y una copa en El Gorila, decorado con elementos como sacados de una fábrica, con un sofá gigante, sillas de las que teníamos en el aula y las paredes pintadas.


Ilustración: Prisco – Texto: Pepe Banana
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